Me ofenden las palabras de Xabier Arzalluz al afirmar que Patxi López está a «falta de formación y preparación» para ser lehendakari. Me ofenden porque he apoyado públicamente la candidatura de Patxi López y del exabrupto del siempre avinagrado Arzalluz se desprende que soy tonto por votar a un incapaz. Pero me ofende poco, ya que por fortuna está jubilado, en la categoría oficial de cuchara, es decir, que ni pincha ni corta en las instituciones (por cierto y al hilo, adiós, señores Madrazo, Azkarraga y Larreina). Así, el que Arzalluz también califique el proceso electoral de «golpe antidemocrático», igualmente se diluye. Es un 'golpe' porque le faltan los cien mil votos nulos, con lo cual demuestra una vez más que contar con los que comulgan con ETA no le produce problema alguno si de conservar el poder se trata. Ya que, ¿acaso el radicalismo independentista abertzale no queda representado por Aralar? ¿Qué es lo que no convence a esos cien mil para no votarles? ¿Hay acaso matices sobre soberanismo distintos de Batasuna? La diferencia es depender o no de ETA, bien lo sabemos y bien por Aralar.
Malas maneras las del PNV tras las elecciones. Al 'golpe antidemocrático' se suma -y es bastante más grave- la famosa calificación de «golpe institucional» espetada por el presidente del partido, declaración sobre la que se reafirma. Creo que debería ser más prudente el señor Urkullu. Su partido ha aceptado las reglas de una mecánica electoral que va a permitir gobernar al PSE amparado en la legalidad de las mismas. Con lo del golpe parece indicar que las acata de mal grado o que le gustaría poder saltárselas. El tufillo de todo eso sí tiene un calificativo, pero voy a evitarlo por ser palabra devaluada por su uso abusivo y con frecuencia exagerado.
Y sobre todo, debería tener en cuenta el PNV que con esta rabieta por tener que dejar un gobierno que considera de su propiedad vitalicia, es el señor Urkullu, como presidente del partido, el que está dando una imagen de falta de capacidad y preparación. Todo esto es más propio de aldeano cabreado porque le ha vencido el contrato de arrendamiento del caserío que de un representante de un partido que aspira a un Estado independiente y a gobernarlo. Poca talla de Estado, y falta de categoría política para llegar a crearlo, es lo que muestran esas incontinencias verbales descalificatorias y que se quejan de tener que aceptar las reglas del juego cuando no les favorecen.
Malas maneras las del PNV tras las elecciones. Al 'golpe antidemocrático' se suma -y es bastante más grave- la famosa calificación de «golpe institucional» espetada por el presidente del partido, declaración sobre la que se reafirma. Creo que debería ser más prudente el señor Urkullu. Su partido ha aceptado las reglas de una mecánica electoral que va a permitir gobernar al PSE amparado en la legalidad de las mismas. Con lo del golpe parece indicar que las acata de mal grado o que le gustaría poder saltárselas. El tufillo de todo eso sí tiene un calificativo, pero voy a evitarlo por ser palabra devaluada por su uso abusivo y con frecuencia exagerado.
Y sobre todo, debería tener en cuenta el PNV que con esta rabieta por tener que dejar un gobierno que considera de su propiedad vitalicia, es el señor Urkullu, como presidente del partido, el que está dando una imagen de falta de capacidad y preparación. Todo esto es más propio de aldeano cabreado porque le ha vencido el contrato de arrendamiento del caserío que de un representante de un partido que aspira a un Estado independiente y a gobernarlo. Poca talla de Estado, y falta de categoría política para llegar a crearlo, es lo que muestran esas incontinencias verbales descalificatorias y que se quejan de tener que aceptar las reglas del juego cuando no les favorecen.