martes, 25 de diciembre de 2007

Mensaje de Navidad del Rey (21.00 h. 24 de diciembre de 2007)

“Como cada año, quiero en esta Nochebuena dirigir mis mejores deseos a todos los españoles y compartir unas reflexiones generales en torno a algunos asuntos que a todos nos afectan.
Deseo empezar mis palabras dedicando todo mi afecto y apoyo a los que más sufren o más lo necesitan. También mi gratitud hacia quienes, en estas horas, velan por nuestra seguridad, salud y bienestar.
Estos días nos llevan a pensar con mayor sosiego en el país que juntos formamos, en los progresos que hemos alcanzado y en los problemas que aún no hemos resuelto. Pensar en España es pensar en los objetivos, valores y principios que, como gran familia, nos hemos fijado, para hacer un país cada día mejor.
Han transcurrido ya tres décadas desde los primeros comicios democráticos en la Transición. Hemos demostrado ser un país capaz de superar retos, de arrinconar el desánimo y de acometer, con energía e ilusión, una modernización única en nuestra Historia.
La España que representa nuestra Constitución está concebida para integrarnos a todos. Se alegra con los avances que cosechamos y se duele con los contratiempos o catástrofes que nos afectan en cualquiera de nuestros pueblos, ciudades, provincias, o Comunidades Autónomas.
Frente a las dificultades de cada momento, frente a cuanto nos quede por resolver o perfeccionar, debemos tener la seguridad de que juntos lograremos las soluciones precisas, si ponemos la voluntad y los medios para ello. Es mucho lo que de forma solidaria hemos conseguido y más lo que aún podemos lograr.
Esa capacidad de superación, ese dinamismo, es lo que distingue a la España de hoy. La España cuyo patrimonio común y diversidad aseguran nuestra Constitución.
Unidad y diversidad se vertebran en nuestra democracia como conceptos que nos definen y que, debidamente integrados en el marco constitucional que nos hemos dado, nos han permitido y nos permiten progresar como gran Nación.
Los Estados que con mayor eficacia atienden a la voluntad de sus ciudadanos se basan en la solidez y estabilidad de sus modelos democráticos e instituciones, así como en su amplia cohesión interna en torno a las grandes cuestiones.
Me parece de especial importancia reclamar de nuevo a nuestros partidos políticos mayores esfuerzos para alcanzar el necesario consenso en los grandes temas de Estado. Creo también necesario solicitar el debido apoyo para nuestras instituciones y poderes en aras de su más eficaz funcionamiento. Todo ello, conforme a las reglas y principios de nuestra Constitución.
Sirvamos con mayor ahínco el afán de los españoles de construir una España cada vez más justa, integradora y solidaria, de todos y para todos.
Esa es la grandeza de la política, entendida como servicio al conjunto de los ciudadanos. Esa es la grandeza de quienes son elegidos para ejercerla y saben practicarla con amplitud de miras.
La lucha contra el terrorismo reclama, sin duda, unidad. Sus crímenes, amenazas y extorsiones siguen presentes. Suponen un inaceptable ataque a nuestros derechos y libertades.
El año 2007, que arrancó con la rabia, indignación y sufrimiento, dejados por el brutal atentado en Barajas, termina con el profundo dolor y firme repulsa ante el vil asesinato de dos jóvenes guardias civiles.
Necesitamos cuanto antes una cultura de unidad que haga efectivo el compromiso de todos los demócratas para acabar definitivamente con el terrorismo.
Siempre he afirmado que es un objetivo urgente e imperativo para el Estado, un deseo de los ciudadanos, una obligación de todas las fuerzas democráticas y un deber frente a las víctimas y sus familias, a quienes nos debemos y recordamos con el mayor afecto en estas fechas.
Pongamos los medios para ello, contando con la abnegada y eficaz labor de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, así como con la firme acción de la Justicia, apoyando a nuestras instituciones en defensa del imperio de la Ley, del recurso a todos los instrumentos del Estado de Derecho y de la cooperación internacional.
Esa debe ser la respuesta a la barbarie terrorista de una sociedad democrática y avanzada como la española.
Por otro lado, en un país con una envidiable trayectoria de crecimiento, las fluctuaciones económicas deben llevar a las distintas Administraciones a redoblar esfuerzos para atender las carencias de muchas personas. Pienso, en particular, en las que afectan a los más jóvenes y mayores, así como a los colectivos más vulnerables.
No me refiero sólo a la lucha contra la pobreza y la exclusión, sino a continuar profundizando en las medidas frente al desempleo, la carestía de la vivienda, los salarios más bajos, las desigualdades o las diversas necesidades sociales y asistenciales.
Asegurar y ampliar nuestro bienestar, pasa también por poner el empeño y los medios precisos para seguir elevando la calidad de nuestra educación.
Una educación que debe responder a las legítimas aspiraciones de promoción personal y perseguir un armónico desarrollo colectivo, como sociedad moderna y cohesionada.
En el ámbito formativo, debemos impulsar la debida observancia de las reglas sobre contenidos televisivos e infancia acordadas para la protección de los menores.
También deseo reclamar una mayor toma de conciencia por parte de todos frente a los devastadores efectos de la droga, así como en dos campos objeto de importantes medidas legislativas y campañas de sensibilización.
Me refiero, en primer lugar, a la violencia y malos tratos que afectan dramáticamente a tantas mujeres. Nos duelen e indignan profundamente, y nos denigran como sociedad.
Por otro lado, quiero subrayar el enorme dolor de miles de familias que tanto padecen como consecuencia de las muertes y graves lesiones provocadas por accidentes de tráfico. Todos debemos contribuir a evitarlos.
Un mejor futuro pasa asimismo por ejercer las responsabilidades y aprovechar las oportunidades para un desarrollo sostenible, respetuoso con el medio ambiente, con nuestros paisajes y riquezas naturales.
No es un asunto que se limite a una legislatura. Requiere el acuerdo de todas las fuerzas políticas y el empuje de la sociedad en su conjunto.
La celebración en 2008 de la Exposición Internacional en Zaragoza dedicada al agua debe permitirnos mostrar un creciente compromiso en materia medioambiental.
Apliquemos nuestros mejores esfuerzos a promover y apoyar los intereses de España en el mundo, con la fortaleza y credibilidad de una acción exterior ampliamente consensuada. Nuestra seguridad y nuestro progreso dependen cada vez más de ello.
De ahí, que desee expresar mi reconocimiento y gratitud a cuantos sirven a España en el exterior. En particular, por las sacrificadas misiones que desarrollan los miembros de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad, haciendo efectiva nuestra entrega a la paz. Mi emocionado recuerdo, a los soldados que este año perdieron la vida en cumplimiento del deber y a sus familias.
En el plano internacional, quiero reiterar nuestro compromiso con la integración europea, pieza esencial de nuestra propia modernización, cuando se acaba de firmar en Lisboa un nuevo Tratado para afrontar mejor el futuro de Europa.
Este es un momento asimismo para reafirmar nuestros sentimientos de hermandad con todos los países y pueblos iberoamericanos. Para subrayarles de corazón nuestra cercanía, nuestra admiración y respeto hacia sus respectivas y sólidas identidades y, sobre todo, nuestra apuesta solidaria con su futuro. Nada de lo que afecta a América nos es ajeno.
Tampoco podemos dejar de resaltar la intensidad de los vínculos que nos unen a nuestros vecinos del Mediterráneo, nuestra amistad y plena cooperación con sus legítimas ambiciones de mayor desarrollo y bienestar.
Una Cooperación al Desarrollo que España despliega en múltiples países y latitudes, como expresión de solidaridad hacia la dignidad, derechos y necesidades de tantos seres humanos.
Nuestros vínculos con muchos países se han estrechado y ampliado con el gran número de inmigrantes venidos a España en un afán de mejora personal y familiar, que también contribuyen a nuestra prosperidad y que mucho valoramos.
Además de agradecer las numerosas muestras de afecto personal e institucional hacia la Corona, esta noche quiero reafirmar mi profundo y permanente compromiso de servicio y de entrega a España y a todos los españoles.
La España de nuestros días es, en suma, un proyecto integrador y solidario. El de un gran país europeo del que podemos sentirnos orgullosos por su cultura, dimensión económica, calidad de vida, sensibilidad social y proyección exterior.
Un país con un variado patrimonio histórico, artístico y lingüístico, una avanzada articulación territorial y un probado dinamismo.
El año que viene celebraremos el Trigésimo Aniversario de nuestra Constitución. Tres décadas de progreso que deben avalar nuestra plena confianza en el porvenir de España. Plena confianza en nuestra capacidad para seguir edificando un país moderno, unido y diverso, justo y solidario, con mayor bienestar para todos.
Trabajemos con entrega y generosidad, sin egoísmos. Pensando en lo que cada uno con su esfuerzo puede aportar al servicio de toda la sociedad. Conscientes del valor de la unidad para seguir progresando.
Atendamos con prontitud y eficacia las necesidades de nuestros conciudadanos, promoviendo nuestros derechos y libertades, desde la igualdad, la no discriminación y el respeto mutuo que conducen a la solidaridad.
El bien de España y de los españoles debe ser nuestro mayor anhelo, el compromiso colectivo que día a día hemos de reafirmar.
En estas Fiestas Navideñas, la Reina, los Príncipes de Asturias y las Infantas se unen a mí para expresar nuestro mayor afecto y mejores deseos a todos los españoles, en especial a quienes se encuentran lejos de nuestra Patria, así como a los muchos extranjeros residentes en España.
¡Que 2008 sea de corazón un año lleno de bienestar y felicidad para todos!
Buenas noches".
Fuente: El Mundo, edición digital.

martes, 11 de diciembre de 2007

Autorización parlamentaria para la negociación con la banda criminal nacionalista ETA (17-05-2005)

La propuesta de resolución fue presentada por el Gobierno, y aprobada por las Cortes, el 17 de mayo de 2005 con los votos de todos los grupos, menos los del Partido Popular, establecía las condiciones para abrir el diálogo con ETA. Éste es su texto íntegro:
«Desde hace varias décadas hemos sufrido el terrorismo de ETA. Durante todos estos años hemos sostenido un combate duro y difícil. Hoy, la fortaleza del Estado de Derecho es mayor que nunca, y, consecuentemente, aunque ETA pude seguir atentando, es mayor que nunca su debilidad.
En el proceso histórico de lucha contra el terrorismo en España ha habido una determinación absoluta para defender la vida y la libertad, para honrar a las víctimas y para acabar con la violencia definitivamente. En ese ya largo camino, los avances producidos se han debido esencialmente a la firmeza democrática de la sociedad y a la acción sostenida de tres factores básicos de la lucha antiterrorista: la labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad, la cooperación internacional y la unidad y los acuerdos de las fuerzas democráticas, que siempre incluyeron una serie de principios, que los grupos políticos presentes en el Congreso de los Diputados, en el Debate del Estado de la Nación de Mayo de 2005, queremos manifestar:
1. Reiteramos que la violencia terrorista, es decir, el asesinato, las agresiones, la extorsión económica, la amenaza y cualesquiera otras formas de intimidación y chantaje, como métodos de una pretendida acción política, son moralmente inaceptables y absolutamente incompatibles con la democracia.
Nuestro rechazo firme a la violencia terrorista responde a nuestras convicciones democráticas, a nuestra fe en la razón y en la palabra, en la vida y en la libertad y se basa en la profunda y radical falta de legitimidad de quien intenta, mediando la violencia, imponer cualquier idea u objetivo a la voluntad del pueblo, a la soberanía de los ciudadanos.
2. Expresamos nuestra convicción de que el Estado de Derecho ha demostrado su fortaleza y superioridad frente al terrorismo. A ETA sólo le queda un destino: disolverse y deponer las armas. Ésta es la exigencia de la ciudadanía vasca y ésta es también la actitud de la totalidad de los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados. Por eso, y convencidos como estamos de que la política puede y debe contribuir al fin de la violencia,
reafirmamos que, si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia, respetando en todo momento el principio democrático irrenunciable de que las cuestiones políticas deben resolverse únicamente a través de los representantes legítimos de la voluntad popular. La violencia no tiene precio político y la democracia española nunca aceptará el chantaje.
3. Manifestamos nuestra plena determinación por trabajar juntos en la finalización definitiva de la violencia terrorista. Creemos que a la fortaleza del Estado de Derecho en la lucha contra el terrorismo hay que añadir una condición imprescindible: la unidad democrática de los partidos políticos y que eso significa la eliminación de la confrontación partidaria en la política antiterrorista. Por ello queremos formalizar solemnemente nuestra voluntad de eliminar del ámbito de la legítima confrontación política o electoral entre los partidos las políticas para acabar con el terrorismo.
4. Expresamos nuestra solidaridad con las Víctimas del Terrorismo. Ellas son la memoria, el recuerdo, la constatación presente y continua del sufrimiento, de la brutal injusticia que ha provocado el terrorismo de ETA. Sabemos que la democracia nunca podrá devolverles lo que han perdido, pero estamos dispuestos a que reciban el reconocimiento y la atención de la sociedad española. La Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo ha sido una expresión unánime y cualificada de reconocimiento moral y material. Pero nuestras obligaciones no han terminado. Debemos esforzarnos por preservar su memoria, por establecer un sistema de atención cotidiana y permanente. Su colaboración con la sociedad española en la batalla contra el terrorismo sigue siendo necesaria, ya que nadie mejor que las víctimas para defender los valores de convivencia y respeto mutuo que quieren destruir aquéllos que les han infligido tal sufrimiento.
5. Seguiremos apoyando al conjunto de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: Guardia Civil, Policía Nacional y la Ertzaintza, porque de su capacidad y eficacia depende la erradicación de la violencia, tal y como se está comprobando estos últimos años en la progresiva desarticulación operativa de la banda terrorista. La acción policial erradica el terrorismo, previene los atentados, persigue a los autores y protege los principios que conforman la convivencia democrática, especialmente el derecho a la vida.
6. Expresamos nuestra convicción de que la colaboración internacional, particularmente en el seno de la Unión Europea, entre los Gobiernos y los distintos poderes judiciales es indispensable para la erradicación de la violencia, a fin de prevenir la comisión de nuevos atentados y evitar la impunidad de quienes los cometen.
7. Una vez más queremos destacar la extraordinaria sensatez y moderación con que la sociedad ha reaccionado ante las agresiones terroristas, dando un ejemplo de talento y generosidad que han resultado vitales para el triunfo de la democracia sobre la barbarie terrorista. Llamamos a todos los ciudadanos para que, individualmente y a través de las asociaciones y agrupaciones de la sociedad civil en que se integran, asuman sus responsabilidades y trabajen por la desaparición de las actitudes fanáticas, intolerantes y violentas y por la consolidación de la libertad.
El transcurso del tiempo ha demostrado la vigencia de estos principios. Hoy, constatada la creciente debilidad del terrorismo, gracias a la tenacidad de quienes durante años lo hemos combatido, hacemos un llamamiento para fortalecer la unidad de las fuerzas políticas en torno a tales principios y acciones, que han demostrado su eficacia
Fuente: ABC, hemeroteca (31-12-2006)

domingo, 25 de noviembre de 2007

"El derecho a carecer de interés por el euskera"

Algo antes de la derrota del Partido Popular en las últimas elecciones generales, un conocido periodista nacionalista, que no me es del todo antipático, me comentó con sorna que le extrañaba el tiempo que hacía que no me metía en mis artículos con ellos, con los nacionalistas. Le argumenté mi laxitud al respecto con un símil que, salvando mucho las distancias y extirpándole las connotaciones bélicas, servía. Le dije: «Mira, exagerando enormemente; esto es como cuando árabes y judíos luchaban contra los ingleses. Ahora, lo prioritario es que echemos a los ingleses; después, ya volveremos a discutir, civilizadamente espero, entre nosotros». Así que, ya por fortuna librados del Partido Popular en el Gobierno, puedo volver a practicar las buenas costumbres.
Pero la verdad es que no se me ocurrió cómo sacarle una nueva punta al lápiz. Todo está ya bastante manoseado y dicho en torno a los escenarios -palabra que tanto gusta a los nacionalistas- habituales y puntos de fricción, incluido el plan Ibarretxe. La sensación, que puede ser engañosa, es que todo respecto a la órbita nacionalista vasca no se altera, aunque dista de estar quieto e inerte. Quizá esto sea lo mejor y más parecido a la 'normalidad', aunque sea entre comillas. Si algo caracteriza a los nacionalistas es la constancia, lo recalcitrantes que son. Poseen la paciencia y asiduidad necesaria para matar un cerdo a besos. Y sobre ETA no quiero escribir excepto que resulte imprescindible. El silencio puede ser el camino adecuado hacia el olvido.
Sin embargo, los adalides del PP, aunque hayan perdido el poder, siguen dando juego periodístico y me cuesta un esfuerzo no hacer un poco de sangre de tinta acerca del pago con fondos públicos a ese bufete de abogados norteamericanos que tenían 'mano' para que a Aznar lo condecorasen con la famosa medallita del Congreso USA. Aunque, qué se puede añadir que refuerce la patética elocuencia del hecho de que alguien pague, y encima con dinero que no es suyo, para que le cuelguen, con perdón, una medalla. Como en el viejo chiste, por un poco más de dinero -ya, total- podían haberle dado dos iguales, por si se le pierde una.
O lo jugoso que resulta ese libro hagiográfico con unas trescientas mil fotos de Álvarez Cascos. ¿Se le verá pescando en más fotografías que a Franco? Pasemos página, nunca mejor dicho.
Sí me encuentro con la reciente polémica surgida en torno al elevadísimo número de suspensos en los últimos exámenes a docentes de la enseñanza pública para conseguir el título de acreditación del perfil lingüístico en euskera, condición indispensable para poder seguir desempeñando su profesión con normalidad en el caso de los funcionarios, y simplemente para tener trabajo en el caso de los sustitutos. Esta noticia me hizo reflexionar de nuevo sobre la política de expansión del euskera llevada a cabo por los gobiernos del Partido Nacionalista Vasco.
Según me han dicho, en el caso de esos suspensos concurren varios factores contrapuestos y no tengo la suficiente información contrastada para dar una opinión con criterio. Pero sí puedo dar fe de lo que le costó en el pasado a la que entonces era mi mujer conseguir ese título. Y se preparaba en profundidad.
Todo ello me hace meditar sobre mi posición profesional y personal ante el euskera. Si me parece que merece la pena extenderse un poco sobre este asunto es porque conozco a muchos otros vascos del mismo parecer.
Soy un vasco, un 'bilbaino', que desciende de varias generaciones de bilbaínos, todos ellos castellanoparlantes. Soy escritor, tengo cuarenta y cuatro años y la lengua en la que intento seguir aprendiendo mi oficio es el español. De aprender bien otro idioma, me gustaría que fuera el inglés. Me encantaría, por ejemplo, poder leer a Joseph Conrad en versión original. Por el euskera, dicho sea con todos los respetos, no tengo interés; tampoco, en absoluto, animadversión. Y no hago proselitismo de mi ausencia de interés. Mi hija se educa en el modelo B, bilingüe. No quiero mostrarme ni ponerle a ella en una posición contraria o de espaldas a la evolución de esta sociedad gobernada por un poder cuya ideología no comparto, pero que ha sido elegido democráticamente.
Sin embargo, cuando he hablado de esta falta de interés personal por el euskera con personas de esa ideología nacionalista, han tomado esta actitud mía como una profunda falta de respeto hacia «la lengua de nuestro pueblo». No comprendo que se sientan ofendidos. Y además no es así. No se debe confundir la falta de interés con el desprecio. Lo que sucede es que el euskera no es mi lengua ni podría serlo nunca. Siento y pienso en otra, en lengua española, que además es mi herramienta de trabajo. Y el vano anhelo de intentar dominarla para escribir mejor es la tarea a la que dedicaré el resto de mis días.
Los nacionalistas en el Gobierno cuentan con grandes medios económicos y de presión social para lo que ellos llaman la normalización del euskera. Y cualquier crítica a esta ardua labor es tomada enseguida como un ataque o intento de marginación de esta muy protegida lengua e incluso una traición a la patria. Creo que la auténtica normalidad, la naturalidad respecto a la convivencia de ambas lenguas, pasa porque nadie se rasgue las vestiduras ante opiniones como la mía. No confundamos desinterés o ajenidad con agresividad. El euskera es la lengua cotidiana de parte del pueblo vasco, pero no de otra parte. Ni lo será nunca por mucho que se obligue a aprenderla como requisito laboral. Que nadie utilice una u otra lengua como un arma política arrojadiza, creo que ése es el auténtico respeto y amor por la lengua de cada uno. Y por la convivencia en armonía.
Juan Bas, EL CORREO 14/8/2004

jueves, 22 de noviembre de 2007

VAYAN PASANDO (Tonia Etxarri, El Correo, 21-XI-2007, pag 26)

VAYAN PASANDO
Será el Tribunal de Justicia del Pais Vasco quien decida si procede, o no, que comparezcan como testigos todos los responsables políticos que hayan hablado alguna vez en su vida con ETA y Batasuna, como pretende la defensa de Ibarretxe. Ese desfile interminable (prácticamente todos menos Carod Rovira) está pensado para poner en valor el perfil de politización que, en su opinión, tiene este proceso. Razón por la que siempre se insiste, desde el entorno del lehendakari, en que la apertura de esta causa por haberse reunido en sede oficial con los representantes de la ilegalizada Batasuna persigue «criminalizar el diálogo» y lindezas así.
Si Felipe González, Aznar y Zapatero hablaron con ETA y con Batasuna, en la misma coyuntura en la que se celebró la reunión del lehendakari con Batasuna, «¿por qué no fueron llevados a los tribunales?». La pregunta que formulaba ayer la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate, tiene una respuesta clara: no se va a juzgar la práctica del diálogo -¿estaría bueno!- sino un presunto delito de desobediencia, después de que la ilegalización de Batasuna fuera un hecho.
De no ser por la insistencia de Ajuria Enea, no deberíamos estar hablando de ello para no incurrir en el vicio nacional de establecer juicios paralelos. Pero las autoridades nacionalistas quieren sacar este debate a la calle. De esta forma, la presión se estrecha de una forma más nítida sobre los jueces. Pero todo el mundo sabe que la diferencia de coyunturas la marcó la polémica Ley de Partidos, que no se actualizó hasta 2002. Una razón poderosa de legalidad que provocó que Batasuna fuera ilegalizada por pertenecer al entramado de ETA.
Por eso los jueces no han llamado al presidente Zapatero, pero sí lo han hecho con los socialistas vascos que se entrevistaron con Otegi haciendo unos malabarismos impresionantes para no darle, por cierto, el tratamiento de normalidad legal que le había dispensado, a este portavoz, el lehendakari. Tampoco es lo mismo reunirse con ETA y su entorno para comprobar hasta dónde llega su intención de abandonar las armas (el caso de los emisarios del Gobierno de Aznar, entre otros) que hacerlo para darles un tratamiento de interlocutores políticos como si se tratase de portavoces de una fuerza democrática más y abrir con ellos un capítulo de trueque para abordar los reclamados «beneficios políticos».
En un homenaje brindado a los escoltas privados, el delegado del Gobierno Paulino Luesma destacó su labor como «fundamental para asegurar la libertad de aquellos a los que la banda terrorista ha colocado en su terrible diana». Hace falta una sensibilidad democrática para pronunciar estas palabras. Un discurso que no suele tener el Gobierno vasco. El lehendakari está más ocupado en «las naciones que no somos Estado».
Tonia Etxarri

sábado, 3 de noviembre de 2007

Ferchu


Pegata